Tormentas

21 10 2012

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Los días de lluvia huelen a melancolía. Son huraños, oscuros, tristes. Viajan en el tiempo y el espacio. Te abofetean, te vapulean, te machacan. Los días de lluvia saben a hiel. Se te meten por las venas y te chupan la sangre. No tienen ni sol ni mañana. Son fríos, hostiles, letales.

La lluvia hoy está llena de pesadillas, de recuerdos, de soledades, de preguntas, de miedos. No podía recordar la última vez que soñé contigo, o la última vez que me gritaste, o la última vez que me importó tu indiferencia, o la última vez que quise aferrarme a vosotras como a clavos ardiendo.  No podía recordarlo porque casi había dejado de importarme… Pero los días de lluvia vienen cargados de todo. O tal vez sólo estaba en el ojo de una tormenta que sigue lloviendo.

No sé por qué habéis venido todas a la vez, qué extraña combinación de mis neuronas os traído a todas al mismo tiempo. Pero no sois bienvenidas. No quiero que me doláis. Ni siquiera para demostrarme que sigo viva por dentro. No quiero seguir sangrandoos. Quiero vuestras cicatrices. Son pequeños tesoros que guardo con desigual sentimiento, pero sois mi historia y os acepto. Pero no me quedan ni fuerzas, ni ganas, ni paciencia para sangrar por nuestras heridas. Quiero cosas nuevas que no os pertenezcan…

Como la lluvia. Una lluvia que no sea como esta. Que no huela a melancolía y no sepa a hiel. Que huela a tierra mojada y sepa a plenitud. Nuevas tormentas en las que el agua moje mis cicatrices y no me llováis dentro.

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